El ser humano es un ser social. Desde el principio de los tiempos nos hemos agrupado para sobrevivir, y de está unión no sólo han evolucionado nuestras técnicas para adaptarnos al medio y controlarlo, sino también nuestro mundo intelectual, espiritual, filosófico y moral.
La escuela, debería ser, siguiendo esa lógica, el espacio donde las niñas y los niños encuentran seguridad y pertenencia, dentro de un grupo de semejantes.
Sin embargo y por desgracia, las escuelas tienden a ser reflejos del sistema cultural en el que se enmarcan. ¿Y esto qué significa? Que todo lo que una sociedad clasifica como “normal” excluye a lo que no se adapta a este prototipo. Y la escuela lo asume. Y fuera de esa “normalidad” quedan todas las riquezas que nos hacen diferentes y únicos. Y las personas que no cumplen con esos cánones de lo que se espera de ellas en ese lugar y con esa edad… Se tratan como “anormales”. Si ese nombre es muy feo, ya no se dice. Ahora existen multitud de eufemismos o palabras más técnicas para etiquetar todo lo que escapa a la consigna de blanco, heteronormativo, socioculturalmente asimilado y fisiologicamente estandar.
En las últimas décadas nuestros hijos son en muchos casos clasificados por: Tener alguna “discapacidad”, o mejor “capacidades especiales” o “TDH” o “retraso en el lenguaje” porque su lengua materna es diferente a la del lugar donde viven, o por ser “antisociales”, porque se relacionan de manera diferente a la mayoría, o por haber desarrollado diferentes tipos de “trastornos mentales” …
Da igual como se le llame, el resultado es el mismo. Cuando se define a las personas, por lo que no tienen, o por lo que no son, estamos creando un “Nosotro@s” y un “Tú”. Un nosotr@s bien cohesionado, y un “tú” excluído. Estamos legitimando algo que se trata solamente de una construccion social, porque la decisión de lo que es normal y lo que no lo es, responde a unos parámetros elegidos por personas, que no son inmutables ni axiomas inamovibles.
La realidad es que, afortunadamente, las personas somos todas diferentes. En apariencia física, en la manera que tenemos de entender el mundo y de manejarnos en él, en nuestras habilidades y dificultades; en vivencias, en carácter, en la textura del pelo, en el arco de los pies; en la forma de percibir la realidad y en la forma de interpretarla; en la forma de hablar, el acento, la musicalidad de nuestra voz y en la forma de construir nuestra identidad o de sentir la sexualidad.
Y ninguna de de estas formas es mejor o peor que el resto, todas son preciosas, únicas y originales. Todas nos enriquecen como grupo, como especie.
Hace 50.000 ya existía el apoyo grupal
Esta reflexión me lleva a los orígenes del ser humano; a una historia, o más bien, un descubrimiento arqueológico, que sentó el paradigma en lo que al apoyo mutuo y la solidaridad grupal se refiere. Para conocer este hallazgo debemos viajar al Yacimiento de Shanidar, en Iraq, donde un equipo de la Columbus University descubrió los restos de un hóminido al que bautizaron como Nandy. Los Homo Sapiens Neanderthalensis habitaron en zonas de Europa, Oriente y Asia Central en el periodo comprendido entre los 230.000 y los 40.000 años antes nuestra Era. Antes de este hallazgo se pensaba que las relaciones sociales de estos grupos se definían por la competencia feroz y la Ley del más Fuerte. Algo que tiró por tierra el análisis de los huesos de Nandy.
Ahora veremos porqué.
Resulta que sus restos óseos presentaban la mitad del cŕaneo aplastado y múltiples fracturas en el brazo derecho y deformidades en su pierna también derecha, atribuyéndosele una parálisis en ese lado del cuerpo quizás debida a la lesión craneal, quizás a una malformación congénita. “Podríamos decir que en las condiciones extremas y terriblemente duras para la supervivencia de un individuo sano hace 50.000 años, uno que fuera cojo, manco y casi ciego tenía todas las papeletas para no llegar a viejo.”
Sin embargo Nandy lo hizo. Llegó a viejo. Sus registros fósiles nos hablan de una cicatrización ósea de todas sus lesiones. De hecho, murió pasado los 45 años, una longevidad poco frecuente en el universo neandertal.
Es decir, casi completamente inválido, no fue abandonado a su suerte para morir de frío, inanición o presa de las alimañas. Antes bien, fue atendido de sus heridas, cuidado y posteriormente mantenido por la comunidad, como señala el antropólogo forense T. Dale Stewart.
“¿Podemos imaginar a aquella tribu, cargando literalmente con Nandy en sus desplazamientos de un asentamiento a otro, por escarpadas pendientes y en medio de fuertes ventiscas? Atrás quedaban para él los gloriosos días de caza o de explorar cuevas. Pero también podemos imaginarlo (nos encanta) intentando ser útil a su comunidad en el cuidado de los pequeños o manteniendo encendido el fuego.”
Cita extraída de la web Arqueoeduca. Para más información consultar: Trinkaus, Erik (1983). The Shanidar Neanderthals.
T. D. Stewart, The Restored Shanidar I Skull, Smithsonian Institution (1958)
Desde la Prehistoria nos llega este referente de cómo ya entonces era posible la supervivencia gracias a la solidaridad y el apoyo del grupo, y deja a nuestra libre imaginación pensar de cuantas maneras también Nandy aportaba su granito de arena a esa comunidad de la que formaba parte.
Cierto es que el ejemplo se remonta a miles de años atrás. Por ello entiendo que se trata una muestra de la esencia del ser humano. Esa esencia que nos lleva de manera instintiva y natural a cuidarnos y apoyarnos mutuamente. Esa esencia que la escuela debería preservar y no destruir. ¿Cómo? Respetando y valorando los aspectos de cada individuo, así como sus ritmos y formas de llegar a un objetivo cómun.
No todos somos iguales ni podemos hacerlo a la vez. Pero podemos hacerlo. Juntos casi siempre encontramos la manera. Solos, a veces no.
En un entorno respetuoso que valide nuestros matices podemos desarrollar todo nuestro potencial.
Curso sobre la inclusión en la Escuela con Ignacio Calderón
Maria Montessori ya se dió cuenta de todo esto, y por eso creo un modelo pedagógico basado en el profundo respeto al niño y a sus ritmos de aprendizaje. Y en el presente educativo, cada vez existen más corrientes, dentro y fuera del sistema público, que tratan de acoger las diferencias como elementos enriquecedores y no de exclusión.
Sobre todo esto vamos a tener la oportunidad de profundizar esta semana en el Curso en linea de OMCI impartido por Ignacio Calderón Almendros: “Conquistar las escuelas como sitios de esperanza”.
Nacho Calderón es Profesor Titular de Universidad en el Departamento de Teoría e Historia de la Educación de la Universidad de Málaga (España). Como investigador, trabaja a través de la etnografía para estudiar el tándem identidad/diferencias y la experiencia educativa, y con la Investigación-acción intenta provocar transformaciones. Es miembro del Foro de Vida Independiente y Divertad, una comunidad constituida para la reflexión filosófica y la lucha por los derechos de las personas con diversidad funcional, y Asesor Científico en el Área de Educación de la Federación Iberoamericana de Síndrome de Down. Ha colaborado con distintas Universidades de América Latina, con el Grupo de Educación Inclusiva de la Comparative and International Education Society (EE.UU.) y con el Grupo de Estudio Auto/biográfico de la British Sociological Association (UK). Como él mismo define: “Mis líneas de investigación se sitúan en la educación inclusiva, fundamentalmente la naturaleza social de la discapacidad, la desventaja sociocultural y los procesos de exclusión. Me interesa estudiar la experiencia, cómo se viven los procesos educativos, la exclusión, la inclusión…Y me empeño en que la escuela sea un lugar donde todas las personas podamos crear sentido.”
Nacho ha escrito multitud de Articulos para diversas publicaciones y es autor de varios libros, entre ellos: Educación, hándicap e inclusión. Una lucha familiar contra una escuela excluyente (Octaedro, 2012), Educación y esperanza en las fronteras de la discapacidad (Cinca, 2014, premiado por el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad y por la International Association of Qualitative Inquiry – EE.UU.), Sin suerte, pero guerrero hasta la muerte (Octaedro, 2015), Fracaso escolar y desventaja sociocultural (UOC, 2016) y Reconocer la diversidad (Octaedro, 2018).
Si quieres saber más sobre él y su trabajo puedes consultar su web: https://www.ignaciocalderonuma.es
Asique ya sabes, te esperamos en el curso “Conquistar las escuelas como sitios de esperanza”. Con Ignacio Calderón Almendros. A partir del martes 26 de mayo a las 19:00 (hora de España peninsular) en el Aula Virtual de Montessori Canela.
Charla sobre Montessori en la actualidad con Sandra Camargo
Y por supuesto el jueves nueva Webinar. El 28 de mayo a las 19:00 (hora España peninsular) “Montessori hoy. Aportaciones de la Educación Montessori a la Realidad Actual” . Con Sandra Camargo, Guía de Casa de Niños en diferentes escuelas de México, asi como formadora, con una larga trayectoria en el universo de la educación Montessori.
En esta ponencia Sandra Camargo nos hablará de La construcción del ser, la bondad del material Montessori, y el Ambiente Preparado como una Atmósfera de transformación.
Para conocer más sobre Sandra Camargo o para registrarte en su Webinar puedes acudir a nuestra página:
https://montessoricanela.com/webinars/12-montessori-hoy-aportaciones-realidad-actual/
Montessori Canela, trabajando juntas por una transformación en la educación, para hacer de este mundo un espacio que merezca la pena ser habitado.