El divorcio o disolución de la convivencia es una situación de por sí compleja y sobre todo cuando hay niños, niñas y/o adolescentes involucrados. La separación de los padres o cuidadores conlleva muchas emociones que pueden ser conflictivas y difíciles de manejar tanto para los adultos como para los hijos. Es por esto que hoy te compartimos tres aspectos importantes a considerar en estos momentos de re-ordenamiento de las dinámicas familiares a causa de la separación.
Una de las cosas importantes es el autocuidado. La separación puede relucir emociones como la tristeza, la rabia, la frustración, el dolor, entre muchas otras que pueden ser confusas y difíciles de manejar. Es ideal transitar por este duelo acompañados, tanto de la familia y amigos como también de procesos terapéuticos de ser posible, de forma tal de poder aterrizar estos sentires y atravesar este proceso siendo sostenido por un otro.
Es importante proveerse de espacios que permitan dejar fluir las emociones, conectarnos con lo que sentimos y procesar las diferentes situaciones que hay que enfrentar.
El autocuidado contempla el componente emocional, pero también social, físico y mental.
Lograr generar un espacio amoroso, de gratitud y agradecimiento entre adultos, por todo lo que han compartido, lo que han vivido, por todo aquello que han aprendido mutuamente es crucial en el proceso de separación saludable. En la medida en que como adultos logramos vivir este proceso de una manera más consciente, también nuestra forma de ser, de estar y acompañar a nuestros hijos va a ser diferente.
La comunicación entre los adultos juega un papel crucial en que los niños, niñas y adolescentes puedan atravesar y vivir estos procesos de una forma tranquila y segura.
Los adultos deben ponerse de acuerdo y comunicarse bien para que estos procesos sean lo más amigables posible. En este punto hay demasiadas variables que considerar, el factor económico, el cuidado de los hijos e hijas, vivienda, escolarización, etc. por lo tanto la comunicación es clave.
A pesar de seguir caminos separados es central tener claro que se sigue siendo una familia, y es importante sentarse a conversar sobre qué tipo de familia seremos ahora, qué camino vamos a seguir en función del bienestar de los hijos e hijas.
Existen diferentes tipos de familias, algunas tienen custodias compartidas, lo que implica para los niños, niñas y adolescentes tener doble casa, doble habitación, y estar dividiendo su estadía entre un sitio y otro, en este caso es importante la flexibilidad, que permita que los adultos que han tomado rumbos distintos a nivel individual se puedan apoyar en temas de crianza, para favorecer que uno mismo y el otro esté bien, dando a la familia la mayor estabilidad posible.
La edad y nivel de madurez de los hijos e hijas es importante de considerar, pues en el caso de niños pequeños son los adultos quienes toman las decisiones en busca de su bienestar, sin embargo, en el caso de los adolescentes que ya han ido conquistando su independencia y autonomía, que expresan con claridad su sentir, es necesario considerar sus intereses y elecciones en lo referente a esta nueva forma de funcionar de la familia.
Otros tipos de familias rigen la custodia y visitas siguiendo lo que necesitan los niños o adolescentes, permitiendo que las propias necesidades de los hijos vayan guiando la toma de decisiones respecto al cuidado, lo que no significa que el otro delega el cuidado y la responsabilidad de la crianza en el adulto con el que pasan más tiempo, sino que se comparten las tareas de diferentes formas.
Independiente del tipo de familia que se decida ser y que puede ir cambiando de forma con el tiempo, es importante que a los hijos no se les despoje de su cotidianidad por completo, que no rompa su realidad, sus rutinas escolares, sus amistades. Se debe tener claro que hay un objetivo superior, una prioridad que es el bienestar físico, emocional, social, afectivo y mental, que va más allá de las rencillas que los adultos puedan tener, para que mi hijo o mi hija que va a vivir este movimiento pueda hacerlo desde un lugar de seguridad, sobre todo que se siga sintiendo seguro/a, amado/a, en ese amor incondicional de padre y madre a hijo/a.
La comunicación asertiva con los hijos es fundamental para atravesar este proceso de manera saludable. Considerando su edad y capacidad de entendimiento es importante siempre ser directos con ellos/as, explicándoles la situación de manera real, su dimensión y significado, comunicando los cambios que se avecinan en lo práctico. Explicándoles que es una decisión que han tomado como adultos y que no tiene que ver con ellos/as, que continúan siendo una familia solo que de una forma diferente y que el amor que se tienen no se ha terminado sino que ahora es diferente.
Como adultos debemos estar abiertos a responder sus preguntas y a saber que existirán más conversaciones sobre la separación, es importante darles el espacio a nuestros hijos/as a que expresen sus emociones.
La separación es difícil de afrontar tanto para los adultos como para los niños, niñas y adolescentes, sin embargo, en la medida que conectamos y gestionamos nuestras emociones, coordinarnos para tomar decisiones en función del bienestar de los hijos, y nos comunicamos asertiva y efectivamente, logramos atravesar este camino con mayor tranquilidad, permitiendo que nuestros hijos se sigan sintiendo amados y felices.
Ahora nos toca repensar este Ambiente Preparado en el que habitamos todos juntos durante una etapa de nuestras vidas. ¿Cómo continuamos viviendo en este calor de ‘hogar’ que ahora tiene una nueva forma? ¿Qué elementos ya no estarán presentes en lo cotidiano y cuáles quiero que estén? La triada Ambiente Preparado-Adulto-Niño es esencial también en momentos delicados como el de una separación. Por ello, es importante transitar desde el ¿por qué ha sucedido esto…? al ‘para qué’…los aprendizajes son muchos y es importante cultivar nuestra presencia desde un lugar de sinceridad que nos aporte paz. Habitarnos en el presente nos ayuda a mirar hacia nuestro interior y nos ayuda a abrazarnos con ternura en un espacio complejo y doloroso. De a poco nos daremos cuenta que nuestra atención dejará de enfocarse en lo que hice o no hice, o en lo que debería haber hecho yo o el otro, sino que comenzará a focalizarse en este nuevo presente que nos acoge, abriendo así infinitas posibilidades de nuevas primeras veces. Un camino a explorar que en algún instante nos volverá a aportar paz, tranquilidad y sobre todo la confianza de que todo, todo está bien. Por ello continuamos cuidando y cultivando este Ambiente Preparado físico y psíquico que es nuestra propia vida, y a su vez este Ambiente Preparado que en ambas dimensiones es nuestro hogar, un espacio de amor y acompañamiento a los procesos de vida de nuestros hijos e hijas.