En la Declaración Universal de los Derechos Humanos, específicamente en el artículo 26, se señala el derecho a la educación: “Toda persona tiene derecho a la educación… La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos…”
Entender la educación como un derecho humano nos hace preguntarnos si realmente, el sistema educativo tal y como lo conocemos responde a las necesidades educativas de todas y todos. La respuesta por mucho tiempo ha sido no, y desde allí es que nace un nuevo concepto que es la educación inclusiva, que es un modelo educativo que busca atender las necesidades educativas de todos los niños, niñas, adolescentes (NNA) y adultos, sin distinguir por situación de discapacidad, condición de salud, raza, cultura, religión o situación social.
Este modelo de educación inclusiva se acerca bastante a lo que planteaba Maria Montessori hace ya muchos años, durante el siglo pasado. Así, la educación inclusiva plantea analizar las características y necesidades de cada estudiante para determinar el apoyo que necesitan, esto se asemeja a la Observación científica Montessori donde es necesario observar y seguir al niño, evaluando cómo adaptar el ambiente para favorecer su desarrollo. Por otro lado la educación inclusiva busca que en la misma aula se pueda dar respuesta a las necesidades educativas sin la creación de programas especiales, lo que tiene similitudes con el concepto de Ambiente Preparado.
Pero para tener una educación inclusiva es necesario hablar de las Necesidades Educativas Especiales (NEE), con ello nos referimos a diferentes factores ya sean internos y/o externos que afectan el proceso de aprendizaje y que por lo tanto requieren de recursos materiales y humanos para facilitar este proceso. Por lo tanto un estudiante con NEE es aquel que requiere ayudas y recursos adicionales, de tipo humanos, materiales o pedagógicos, para conducir su proceso de desarrollo y aprendizaje, y contribuir al logro de los fines de la educación (1).
Para atender estas necesidades no solo debemos saber que existen sino que tenemos que conocer cuáles son y cuál es el alcance que tienen y por supuesto cómo trabajarlas. Las necesidades educativas especiales pueden ser permanentes o transitorias y de tipo físico, psíquico, cognitivo y/o sensorial.
Te compartimos algunas necesidades especiales más comunes:
-Trastorno por déficit atencional con o sin hiperactividad (TDAH o TDA)
-Discapacidad auditiva, visual o motora
-Dificultades en la gestión emocional
-Trastornos generalizados del desarrollo
-Trastornos de aprendizaje
-Discapacidad intelectual o cognitiva
¿Cómo detectar si los estudiantes tienen NEE?
Las maestras y maestros deben conocer cuales son los hitos de desarrollo psicomotor y cognitivo propios de la edad de los niños, niñas y adolescentes con los que interactúan, pues de esta forma es sencillo identificar si presentan desviaciones a la norma. Si tenemos la sospecha de un estudiante con NEE debemos indagar en su historia, si no se encuentra una causa aparente y ante la aplicación de diferentes apoyos se siguen observando dificultades, es necesario realizar una evaluación por un profesional capacitado. Aquí es muy importante poder comunicar asertivamente a los padres o adultos responsables de los NNA, entregando toda la información pertinente para que al acudir a un profesional de la salud con estos antecedentes este último elabore un diagnóstico adecuado.
Este diagnóstico nos permite entender y acompañar de mejor manera a los estudiantes.
¿Cómo dar respuesta a las necesidades educativas especiales?
Por una parte se espera que los maestros y maestras planifiquen actividades que respondan a la diversidad de estudiantes que se encuentran en el aula de manera integrada no individualizando las NEE, es decir, propuestas educativas que incluyan a todos de forma que la diversidad enriquece al grupo completo.
Sin embargo esto no es suficiente, pues debe ir acompañado de protocolos y normativas a nivel propio del establecimiento, pero también de legislaciones que favorezcan el acceso a los recursos necesarios para lograr un desarrollo íntegro de cada alumno. Muchos países han avanzado en esto, pero aún queda camino por recorrer.
Por otra parte, es importante el trabajo colaborativo con los profesionales (psicólogo, psicopedagogo, médico, fonoaudiólogo, etc.) que pueden apoyar los procesos de aprendizaje de los niños y niñas. Trabajar de forma coordinada es beneficioso no solo para los estudiantes, sino que también para los docentes pues les entrega diversas estrategias, herramientas y recursos que enriquecerán sus prácticas en el aula.
Algunas sugerencias de estrategias para el trabajo en el aula:
1. Clima emocional: es importante tener un ambiente emocional de confianza, donde se puedan transmitir las emociones, respetuoso y cálido. Esto también es parte del Ambiente Preparado Psíquico.
2. Colaboración con la familia: el vínculo con la familia es relevante en el acompañamiento del desarrollo integral de cada NNA, pues se potencia el trabajo con ellos tanto en la escuela como en el hogar.
3. Colaboración con profesionales: ya sea que estos sean parte del equipo de trabajo del establecimiento como profesionales que frecuenta el estudiante de forma particular, es importante coordinarse y colaborar en función de lograr aprendizajes en los NNA desde diferentes áreas de expertiz.
4. Observar a cada estudiante: reconocer en cada estudiante sus potencialidades, habilidades y recursos nos permite hacer uso de ellas para lograr aprendizajes que van más allá de lo formal y que pueden ser significativos en su desarrollo como individuo.
Existen muchas estrategias más que se pueden poner en práctica, como el uso de material manipulativo, potenciar la inteligencia emocional de la que hemos hablado en entradas anteriores, seguir el ritmo del niño, entre otras. Esto no solo para aquellos estudiantes que presentan NEE sino para que todos y todas puedan lograr un aprendizaje apropiado, con sentido y duradero.
(1)Inciso segundo del art. 23 del Decreto con Fuerza de Ley N°2, de 2009, del Ministerio de Educación, Ley General de Educación