Somos un todo: emoción y razón, cuerpo-mente-espíritu. Si tomamos esto como punto de partida, el autoconocimiento, el hecho de reconocer mis propias necesidades, capacidades e intereses me permiten poder estar en relación conmigo misma y ser parte de una comunidad.
La importancia de sentirnos seguros en un clima de trabajo (Ambiente Preparado) que favorece los aprendizajes en todos los ámbitos de la vida, permiten al ser humano fluir, encontrando en las frustraciones y errores un espacio para replantear el camino recorrido.
Lo racional como algo separado, no existe por sí mismo, está acompañado de la emoción, es así que el aprendizaje no solo es conceptual, una fórmula, un procedimiento o una teoría, es vivencial, se puede sentir, se puede ver, tiene un sentido en el mundo que vivimos.
Transitar por diversas emociones, ayuda a construir el presente. Este acompañamiento educativo se realiza desde el nacimiento hasta la adolescencia en las escuelas Montessori, porque es una pedagogía que va más allá de la primera infancia. Esta conciencia y conexión con uno mismo y con todo se ve claramente en los primeros años de vida, un tesoro que debemos saber acompañar para que cuando adultos puedan continuar siendo personas plenas, más aún si consideramos que la configuración del carácter y la personalidad se desarrolla durante los primeros siete años de vida.