30 días de encierro.
Cuenta una leyenda que el ser humano tarda 21 días en convertir un comportamiento concreto en un hábito.
Este estadío alterado de la vida cotidiana que estamos viviendo actualmente, con el aislamiento derivado del estado de alarma, está empezando a normalizarse de alguna manera. Para seguir adelante nos vamos acostumbrando a las nuevas rutinas y eso nos permite sobrevivir a esta extraña situación. Sin embargo corremos el peligro, como el preso de la cueva de Platón, de confundir con la realidad las sombras reflejadas en la pared. De ir difuminando los recuerdos del exterior…
Porque ahí fuera la vida sigue.
Sin nosotros.
Nosotros paramos pero la naturaleza sigue su curso.
“Show must go on!” (¡El espectáculo debe continuar!)
Fábricas cerradas, calles desiertas y carreteras vacías.
Y mientras tanto explota la primavera! “Show must go on!” Pareciera que susurran las flores transformándose en frutos.
“Show must go on!” Mientras las cerezas maduras caen al suelo sin que nadie las coja.
“Show must go on” trinan contentas las golondrinas mientras se dan un gran festín de cerezas.
Y en la parte inversa del globo: “Show must go on!” Podría escucharse entre ventiscas y nubes, mientras las hojas caen de los árboles, los días se acortan y el otoño avanza…
El planeta libre
Los datos hablan por sí solos. La contaminación atmosférica y la emisión de gases con efecto invernadero han disminuido drásticamente desde que comenzaron las medidas restrictivas. Menos vehículos funcionando, el parón de la industria y el descenso del consumo tienen como resultado un aire más limpio.
Por citar un ejemplo cercano, y según mediciones llevadas a cabo por el Departamento de Medi Ambient de la Generalitat de Catalunya, el 23 de marzo los niveles de CO2 de la ciudad condal se habían reducido hasta un 75% respecto a su nivel habitual.
En redes sociales hemos podido ver multitud de imágenes de cómo la naturaleza va recuperando, allí donde puede, su lugar, del que la habíamos despojado. Dejando a un lado bulos y fotografías antiguas que ahora circulan haciéndose pasar por novedosas, lo cierto es que no podemos dejar de sorprendernos ante la visión del agua cristalina en los canales de Venecia, o de los jabalís campando por las, ahora desiertas, calles de Okcland en busca de comida.
21 días después. Construyendo hábitos saludables.
Volviendo a la teoría de los 21 días nos surge una reflexión.
Si bien este mito se basa en una interpretación errónea del trabajo del Doctor Maxwell Maltz, lo cierto es que las personas tenemos una capacidad innata para adaptarnos al medio en el que estamos, por muy hostil que sea.
El Doctor Maxwell, autor de “Psycho Cybernetics” (1960), era cirujano plástico. El observó que 21 días es el tiempo promedio que sus pacientes tardaban en habituarse a su nueva imagen o en dejar de sentir un “miembro fantasma” tras una amputación.
Posteriores estudios han demostrado que para generar un hábito nuevo son necesarios más de 66 días, pero algunas de las ideas que defendía Maxwell iban bien encaminadas.
Diversos estudios neurológicos han demostrado que el cerebro tiende a formar hábitos para ahorrar esfuerzos.
“Los hábitos no nos abandonan nunca realmente; están codificados en la estructura de nuestros cerebros, y esto supone una gran ventaja para el aprendizaje. Aunque también nos dificulta el cambiar un hábito malo por uno bueno”.
(Ver: El mito de los 21 dias, escrito por María Teresa Rodríguez de Castro para la revista digital de la Universidad de Padres).
Por eso resulta tan importante preservar las cualidades con las que nacemos, y que han llevado al ser humano a convertirse en prodigio de la creación, el conocimiento y la conquista de lo ignoto. Cierto es que las consecuencias de este afán de conocimiento y de superacion, como especie, nos han convertido en muchos aspectos en depredadores y destructores del entorno y sus recursos.
Y esta es la razón de que la educación sea un elemento tan vital para acompañar los procesos que de forma natural se dan en los niños.
Nacemos con un tendencia innata a explorar y conocer. Primero con los sentidos y después a través del conocimiento razonador.
Esa eterna pregunta tan presente en los más pequeños: “¿Porqué?”.
Ahí está el origen de la ciencia: La curiosidad por aprender, el motor que guía todo proceso de investigación.
Este es el gran tesoro, que como educadores y madres/padres, deberíamos reconocer y salvaguardar, permitiendo que se desarrolle de todas las formas posibles que encontremos.
Aprendiendo desde casa
En plena naturaleza o encerrados en un piso en mitad de la ciudad, siempre es posible encontrar caminos por los que transitar la adquisición de conocimientos.
Y en esta misión Montessori Canela está a vuestro lado. Buscando siempre la mejor manera de transmitir a los más pequeños, desde el amor y el respeto, el conocimiento del entorno, de la cultura y de la ciencia.
Está semana una nueva entrega de nuestros cursos online nos servirá de trampolín para sumergirnos en este apasionante tema: “Cultura y ciencias para niños”.
De la mano de Beatriz Muñoz, tendremos la posibilidad de ahondar en ello durante una semana, de forma totalmente gratuita, a través de nuestra aula virtual. Solo tienes que registrarte y disfrutar el recorrido.
Tenemos la suerte de profundizar en este interesante tema con una persona, Bei M. Muñoz, que no solo tiene una extensa formación (Asistente y Guía Montessori, Disciplina Positiva y un largo etcétera) sino que además es autora de dos libros (“Montessorizate: Libro de actividades para disfrutar y conectar en familia” junto a Nitdia Aznárez y “Montessorizate: Criar siguiendo los principios Montessori), un reconocido blog sobre crianza que desde 2013 ha acompañado a muchas familias (Tigriteando), y madre de cuatro hijas. ¿Quién mejor que Bei para compartirnos herramientas con las que trabajar temas culturales y de ciencia desde nuestro hogar?
Muchas familias en el mundo han elegido el homeschooling (la enseñanza en el hogar) como opción educativa. Ahora todas la estamos experimentando, aunque no haya sido una elección voluntaria.
Tenemos al alcance de nuestras manos transformar este encierro en oportunidad. Entre cuatro paredes caben muchas ideas.