La muerte es la única certeza que tenemos en la vida. Y, aunque es un proceso natural del ciclo de vida, se suele afirmar que para muchas familias es difícil abordar el asunto con los niños. Sin embargo, el último estudio del Observatorio Montessori Canela revelaría todo lo contrario.
Según los datos obtenidos, existe una gran disposición de los padres y madres para hablar con sus hijos acerca de la muerte. La investigación muestra que el 78% de los padres y madres han hablado alguna vez con sus hijos sobre la muerte.
A su vez, cuando a los encuestados se les preguntó si consideran valioso hablarlo en la infancia o la adolescencia, casi el 97% opina que debería hablarse antes de los 12 años, un 85% que esta conversación debería llevarse a cabo antes de los 6, y un 54% considera que sería ideal hablarlo antes de los 3 años.
Las experiencias de vida marcan más que la edad
Es importante resaltar que, a menudo, no se trata solo de la edad que tenga el niño, sino de las experiencias y madurez que presenta. Por ejemplo, según el estudio realizado a 646 madres y padres con hijos de edades de entre 0 a 18 años, el 65,7% de los casos la conversación sobre la muerte tuvo lugar cuando los niños ya habían vivido una muerte cercana.
Como declaró Betzabé Lillo Orellana, Co-Fundadora y Directora Académica de OMCI, Organización Montessori Canela Internacional a El País: “Hablar sobre la muerte de una manera transversal desde la infancia, para poder acompañar al niño correctamente en el proceso de conocer, entender y aceptar la muerte como algo natural e intrínseco a la vida”.
Si se habla de la muerte con naturalidad antes de vivirla de cerca, niños y adolescentes se sentirán menos impactados con situaciones relacionadas a ella o, en todo caso, sabrán a qué atenerse si se enteraran de la muerte de un familiar o persona conocida.
El mejor momento para hablar sobre la muerte
Por otro lado, el 70% de los participantes dice que el mejor momento para hablarlo es cuando el niño lo solicita. De esta forma no se le trasladan escenarios tristes antes de que sea necesario, y se consigue ser respetuoso con los ritmos del niño.
La clave: un Adulto Preparado
Cuando se les pregunta por los miedos del adulto al hablar sobre la muerte con sus hijos, un 42,7% de los padres tiene miedo de que sus hijos no puedan procesar que la muerte es inevitable y un 17% a que los niños hagan preguntas que ellos no sepan responder.
Por otro lado, de los que finalmente tuvieron la conversación, un 90% de los padres dice que cuando sucedió se terminó teniendo una conversación sobre el tema con calma y tranquilidad.
Esta información nos confirma lo importante que es que el Adulto Preparado esté formado, genere espacios de seguridad y cuide el Ambiente Psíquico y la inteligencia emocional de niños y adolescentes. Para ello debe haber iniciado un proceso de autoconocimiento que le permita no proyectar sus creencias sobre sus hijos. Esto se puede aplica a cualquier situación o tema cuando se trata de educar.
Creencias, mitos y verdades sobre la muerte
La muerte está rodeada de creencias, mitos y verdades, que, aún siendo todos respetables, deben ser transmitidos con cuidado y sin ser impositivos. De hecho, el 70,8% de los padres y madres considera que en el momento de explicar la muerte a sus hijos se deben dejar de lado las creencias del adulto, para que el niño pueda formar las suyas propias.
Por su parte, Marco Zagal, fundador de Montessori Canela Internacional agrega lo siguiente: “Nos llama también la atención que la mirada sobre la muerte parece ser bastante práctica, no sobresale la mirada espiritual, aun siendo España un país en el que conviven muchas religiones”.
La muerte en sí, lo que ocurre después, la existencia del alma, el cielo, el infierno o la tierra misma son muchas las creencias e historias que rodean el fin de la vida. Es nuestra responsabilidad como adultos transmitir a nuestros hijos que la vida es finita y que eso la hace bella, de la mejor manera posible. De esta forma, ellos podrán relacionarse con la vida y con el hecho de la muerte de una forma natural y sana que les permitirá sufrir menos y apreciar mejor cada momento.
Y tú, ¿cómo crees que debe transmitirse la muerte durante la infancia y la adolescencia?
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