Cuando pensamos en el entorno Montessori, pensamos en un entorno bien preparado que maximiza tanto la exploración como el aprendizaje independiente. El mundo del niño está lleno de movimiento y preparamos el ambiente con materiales que facilitan el crecimiento y fomentan la paz. En el caso de 0 a 6 años, buscaremos sobre todo facilitar su independencia en dos ámbitos: lenguaje y movimiento. En Primaria estos entornos satisfacen su necesidad de conocer el mundo encontrando respuestas, es por ello que facilitamos en este caso la independencia intelectual del niño de 6 a 12 años.
Muchos niños que están en algunos colegios Montessori tienen dos ambientes preparados; uno que está dentro y otro que está afuera. Hay horarios programados para estar en cada entorno, con el ciclo de trabajo de la mañana de 3 horas que se realiza principalmente en interiores. Sin embargo, ¿qué pasaría si no hubiera una delineación entre los dos? ¿Qué pasaría si los niños tuvieran la total libertad de elegir y moverse entre el ambiente interior y exterior como parte de su ciclo de trabajo? ¿Qué pasaría si, en lugar de dos entornos preparados, se convirtiera en un solo entorno más grande?
Un entorno Montessori de flujo libre interior/exterior (y en ocasiones espacios intermedios como lo son los pasillos y las terrazas), que permita que los niños decidan qué entorno es el que favorece el desarrollo de su actividad de forma libre y natural, es necesario. No es lo mismo estudiar las formas de las hojas con el gabinete de hojas y algunas nomenclaturas o imágenes de libros, que hacerlo directamente en el jardín.
Maria Montessori describió que el ambiente ideal ha de ser un espacio con un jardín contiguo, creyendo que privar a los niños (y también a los adultos) de experiencias naturales está dañando su alma.
Crear un entorno de flujo libre puede presentar algunos desafíos, pero siempre hay soluciones. El uso de estos espacios de forma voluntaria evidentemente variará según la edad del niño. Estamos de acuerdo que no es lo mismo un niño de 3 años a uno de 5 o de 9. Veamos algunos ejemplos:
Clima
Noruega pone gran énfasis en el juego al aire libre, sin importar el clima: lluvia, aguanieve, nieve y hielo. Los noruegos creen que “no existe el mal tiempo, solo la ropa es mala”. Tener ropa buena para el aire libre es solo una parte del ambiente preparado.
Quedarse afuera
¿Qué pasa con el niño que no quiere entrar? ¿Haría la misma pregunta si fuera un niño que se negara a salir? Pregúntate: ¿Es esta realmente una mala situación? Puede ser un inconveniente para los adultos, pero puedes estar seguro de que es satisfactorio para el niño. Hay que identificar el período sensible en el que están y debemos respetar eso. La verdadera pregunta es: ¿están trabajando de manera genuina y productiva, independientemente del entorno que elijan?
Supervisión
Tener solo un profesor dentro y otro fuera es difícil, más aún si se considera la cantidad de niños por grupo y la edad de los niños de ese grupo. Tener un tercer maestro sin duda ayudaría a garantizar que los niños reciban las presentaciones que necesitan mientras brindan una supervisión adecuada. De todas formas, ese sería un plan ideal, pero poco real si se piensa en las escuelas pequeñas que recién inician su proyecto educativo. Por ello se activa la creatividad y la cooperación entre adultos, organizando turnos entre todo el equipo para estar atentos del ambiente exterior. Por una cuestión práctica, también se ha de considerar el exterior como una extensión del Ambiente Preparado interior y de esta manera se organiza y cuidan detalles que permita que niñas y niños se desplacen libre y seguramente, acordando con ellos por ejemplo hasta dónde podrían llegar (en el caso de no contar con terrazas y sólo tener el patio amplio). Otro aspecto que favorecería mucho esta libre circulación es que las clases tengan acceso directo al exterior, mas no siempre es así.
Materiales
Si bien muchos os podéis alarmar ante la idea de que los materiales se llevan afuera, hay formas de solucionarlo o crear su propia clase al aire libre. En primer lugar, parece natural que el mejor lugar para aprender y explorar el mundo natural sea el exterior. Se puede hacer un área de lectura tranquila en la hierba o debajo de los árboles. La vida práctica se cuida con todas las actividades al aire libre y hay una gran cantidad de materiales sensoriales naturales. Como en todo, así como habrá materiales que se han de trabajar en mesa, otros en alfombras, también hay algunos que invitan a ser trabajados en el exterior y otros que no. Es importante considerar que los límites también favorecen la autonomía del niño.
El cambio se presenta como una amenaza o una oportunidad. Cuando pienses si crear o no un entorno Montessori de flujo libre, permítete explorar las posibilidades.
En última instancia, la decisión se tomará según lo que sea más beneficioso para los niños en el medio ambiente, mas es importante que no se confundan las tres horas ininterrumpidas de trabajo con estar trabajando siempre entre cuatro paredes.