En muchas culturas se habla de Cronos y de Kairós para referirse al tiempo. Kairós proviene del griego y significa ‘el momento presente’. Cronos es el tiempo cronológico y secuencial, es todo el tiempo que se ‘cronometra’, lo medible, lo marcado por un horario: A las 9.00h se entra a clases, a las 10.30h es hora de comer el bocadillo e ir al patio, a las 11.15h toca matemáticas, etc.
Se necesita Cronos para poder gestionar y organizar el día a día tanto en las escuelas como en los trabajos. Lo que pasa es que en este ritmo vertiginoso nos dejamos absorber por Cronos y olvidamos a Kairós. Kairós está relacionado desde el esplendor de la cultura griega con el tiempo del disfrute, del placer, con el tiempo indeterminado donde las cosas especiales suceden.
Varios autores nos invitan a reflexionar sobre ‘el tiempo en los tiempos de la modernidad líquida’ (Bauman, Domènech). Este último en su libro ‘Elogio a la educación lenta’ nos muestra que existe un desequilibrio entre el tiempo de los acontecimientos y el tiempo que mide los acontecimientos, lo cual se ve reflejado en la desconexión que tienen los niños con el ritmo de vida de los adultos que le rodean.
El tiempo en la infancia ha sido sometido al tiempo de los adultos a través de la creencia de que el rendimiento se logra a través de ‘la cantidad de tiempo que ocupamos’ sin pensar en lo que realmente necesita la infancia según la edad en la que se encuentre.