En esta serie de entradas del blog en las que hemos estado profundizando sobre la inteligencia emocional en diferentes aspectos de la cotidianidad como lo es el trabajo en las escuelas o en nuestro hogar con nuestra familia, hoy llegamos a finalmente a la inteligencia emocional para la vida, o si queremos profundizar en ello, a la conciencia emocional.
La inteligencia emocional es una serie de habilidades que permiten relacionarnos de mejor o peor manera con los otros y con nosotros mismos, en la medida que con esas competencias somos capaces de gestionar nuestras emociones, tomar decisiones y actuar en consecuencia. Sin embargo, si queremos profundizar en esta definición podríamos decir que la conciencia emocional es la manera en la que nos enfrentamos y relacionamos con el mundo que nos rodea, con los otros y con nosotros.
Una persona que ha desarrollado estas habilidades y que ha alcanzado un estado de conciencia emocional logra estados donde es más feliz, tiene un mejor autoconcepto, muestra comprensión por los demás, desarrolla pensamientos positivos sobre su entorno, se preocupa por la gente y las cosas, se siente satisfecha de sí misma, entre otras.
¿Podemos llegar a un estado de inteligencia emocional? o mejor aún ¿podemos lograr la conciencia emocional? La respuesta es SÍ, estas habilidades se pueden trabajar y adquirir en cualquier momento de la vida.
Según la teoría de Mayer y Salovey sobre la inteligencia emocional hay cuatro habilidades integrantes:
4 conceptos/habilidades sobre la inteligencia emocional
1. Capacidad de percibir: ¿qué estoy sintiendo? ¿cómo me afecta lo que está ocurriendo?. Aquí es clave el autoconocimiento y debemos trabajar en ello, ser capaz de observarnos a nosotros mismos y ponerle nombre a las emociones que estamos sintiendo, pues esto nos permitirá gestionar nuestras emociones. Este camino que parte por nosotros mismos, también nos permite identificar las emociones en los demás, lo que nos permite llegar a una comunicación adecuada, es decir, expresar asertivamente nuestras emociones, buscando la comprensión, un mejor entendimiento y acercándonos a los demás según lo que sentimos y pensamos tanto de nosotros mismos como del resto.
2. Facilitación emocional: Usualmente pensamos que la razón y la emoción son caminos separados, sin embargo ¿puede la interdependencia de ellos facilitar la asimilación de lo que siento en nuestro pensamiento? si, pues podemos utilizar las emociones en función del pensamiento, así nos ayudan a razonar más inteligentemente y tomar mejores decisiones.
3. Comprender las emociones: ¿qué me pasa a mi con una situación determinada?. Una vez que ya hemos identificado nuestras emociones e integrarlas en nuestros pensamientos, el siguiente paso es comprender y analizar nuestras emociones, cómo nos afectan las emociones que estamos sintiendo y cómo las situaciones a las que nos enfrentamos afectan o condicionan lo que sentimos.
Responde a la capacidad de no solo reconocer las emociones sino que también considerar las implicancias emocionales, es decir, comprender y razonar sobre ellas para entender su significado.
4. Regulación emocional: Vamos desde el entendimiento, el pensamiento y la comprensión a la acción, ¿qué hago con lo que estoy viviendo? La regulación emocional es la habilidad de manejar nuestra propia reacción emocional ante una situación positiva o negativa, es decir, percibir y vivenciar nuestras emociones sin ser sobrepasados por ellas, así de forma consciente y racional podamos decidir cómo desenvolvernos en estas situaciones.
Estos cuatro conceptos comprenden habilidades que podemos trabajar para lograr la gestión emocional, pero también podemos ir más allá, porque no debemos olvidar que todo parte con el autoconocimiento, la auto-observancia y el darse cuenta; esto nos permite llegar a estados de conciencia profundos que finalmente no solo permiten comprendernos a nosotros mismos en nuestro entorno y en los acontecimientos que nos plantea la vida, sino que también a estar en compañía de los otros, a entender qué me pasa con lo que el otro dice o hace, de forma de poder integrar nuestras motivaciones, intereses, experiencias de vida y emociones en las relaciones con nuestros pares, amigos, familia, hijos, etc.
Te compartimos algunos ejercicios que acompañan el camino del autoconocimiento:
– Respiración consciente
– Meditación
– Deporte o actividad física
– Libreta de vida
– Repasar los acontecimientos del día antes de dormir