La inteligencia emocional es la habilidad de gestionar las emociones, es decir, entenderlas, atenderlas, expresarlas, transmitirlas, etc. Esto considera dos elementos, el intrapersonal, es decir, el manejo de las propias emociones, la capacidad de conectar con lo que siento, identificarlo y gestionarlo, como el elemento interpersonal, que hace referencia a la comprensión del otro. En el hogar o a nivel familiar se entiende que es percibir, identificar, entender y manejar las emociones en el contexto familiar y las situaciones cotidianas y extraordinarias que experimenta este sistema.
Adquirir esta habilidad a nivel familiar es importante para que cada integrante de la familia pueda tener relaciones intrapersonales e interpersonales sanas durante su vida, confianza en sí mismos, buena autoestima, autovaloración positiva, relaciones con otros estables y profundas, entre otros.
Para desarrollar la inteligencia emocional el primer elemento es el autoconocimiento, el darse cuenta, la presencia en el aquí y ahora, en lo que estoy sintiendo, tener conciencia de uno mismo, de mis propios intereses y motivaciones, de mis valores, de mi forma de reaccionar ante diversas situaciones, tanto adversas como positivas, de mis fortalezas y debilidades. Esto es fundamentalmente importante en el rol de adulto, pues somos los encargados de guiar a nuestros hijos e hijas por las diferentes situaciones de la vida y en la medida que somos conscientes de nuestras emociones y sentimientos podemos gestionarlas de mejor manera, lo que transmitimos y enseñamos a nuestros hij@s.
El ser capaz de comprender lo que le pasa a otra persona de mi familia, tener sensibilidad hacia los sentimientos del otro, es decir, ser empático con mi propia familia, nos permite manejar de mejor manera todas las situaciones, y sobre todo aquellas que generen conflicto a nivel familiar. La escucha activa y comprensión entre todos los integrantes de la familia es muy importante en la búsqueda de relaciones sanas, en esto se debe incluir a todos los integrantes de la familia, hijos, abuelos, padres, adolescentes, etc. siempre considerando el nivel de desarrollo y madurez de cada quien.
La comunicación asertiva entre quienes conforman el grupo familiar es también relevante para el manejo o gestión de las emociones. Es necesario comunicarnos y saber transmitir lo que estamos sintiendo como también escuchar lo que siente el otro. Este proceso de transmitir certeramente lo que siento, de escuchar al otro (niñ@s y adultos) y de comprender llevará a relaciones sanas, de respeto y afectuosas.
¿Cómo trabajar la inteligencia emocional?
1. Autoconocimiento: es importante que como adultos hagamos un trabajo de autoconocimiento y que también podamos enseñarle a nuestros hijos e hijas a conocerse, es decir, que reconozcan sus virtudes y debilidades, sus motivaciones e interés, favoreciendo la confianza en sí mismos y autoestima.
2. Diario de las emociones: una buena idea es que tengamos un diario de emociones, al que le dediquemos 10 minutos al día donde podamos hacer un repaso de las emociones que hemos tenido durante el día. Esta es una estrategia que permite conectarte contigo mismo y favorecer el reconocimiento de las emociones. Cada integrante de la familia podría tener uno.
3. Reconocimiento de las emociones: invita a tu familia a hablar de las emociones, identificando cada una, dándoles nombre y asociándolas a una experiencia vivida y conocida.
4. Favorecer el diálogo: tener una apertura al diálogo en la familia, es decir, dar el espacio para que todos puedan manifestar sus emociones sin hacer juicios, ni tildarlas de negativas. Así se generan espacios de confianza donde las emociones son bienvenidas.
5. Reconocer las equivocaciones: como adultos debemos ser capaces de mostrarnos vulnerables y reconocer nuestras equivocaciones en las vivencias que compartimos con nuestra familia, es importante ser capaces de pedir perdón cuando corresponde y asumir nuestras responsabilidades. Esto es una conducta potente de la cual nuestros hij@s pueden aprender.