Carlos González, fundador y presidente de ACPAM, además de escritor sobre temas de crianza nos da las claves prácticas para gestionar el sueño, las rabietas y poner límites a nuestros hijos con un estilo de crianza respetuoso y consciente.
Una de las personas con más conocimientos y dilatada experiencia en la crianza es sin duda Carlos González. Él es pediatra, además de fundador y presidente de ACPAM (Asociación Catalana Pro Lactancia Materna) desde 1991. Desde esta asociación ha dirigido e impartido docencia en más de 100 cursos sobre lactancia materna para profesionales de la salud.
Además, ha impartido conferencias para profesionales y público en general en Europa, Asia y Latinoamérica. A su vez, ha escrito libros sobre crianza, lactancia materna, comunicación en la infancia y alimentación infantil.
Es una de las voces más respetadas sobre la crianza. Su punto de vista sobre cómo gestionar el sueño, las rabietas y poner límites a los niños es esencial para un buen desarrollo de nuestros hijos.
La importancia del sueño en el desarrollo de los niños
Todos los niños duermen, pero lo que pasa es que unos duermen a unas horas que nos convienen más a los padres y otros duermen a otras horas más intempestivas. “En general los niños que se despiertan varias veces por la noche necesitan dormir junto a sus papás”, valora Carlos.
El pediatra desmiente el mito que la hormona del crecimiento se segregue más durante el sueño y que si un niño no duerme su crecimiento no sea el adecuado. “No tiene nada que ver, crecerá igual si se despierta que si no se despierta”, asegura el especialista infantil.
Carlos González no determina un número concreto de horas para dormir en los niños. “No sabemos cuántas son las horas que tiene que dormir. Dormirá lo que quiera o necesite y lo único que hemos de hacer es darle la oportunidad de dormir“, manifiesta el pediatra. Él ha podido observar que algunos niños (mayores sobre todo) duermen un poco menos porque “pasan demasiadas horas viendo la tele, jugando a videojuegos y cosas así”. Por lo que recomienda limitar algunas de estas cosas para que los niños puedan dormir más tranquilos.
Los niños más pequeños básicamente necesitan dormir con su mamá. Por lo que no recomiendan que con pocos meses duerman solos ya que para ellos dormir en esas circunstancias es más difícil.
Horas adecuadas para que los niños duerman
Carlos González valora positivamente el estudio que publicaron investigadores del Hospital Infantil de Zúrich en el Journal of Clinical Sleep Medecine al que le llamaron “Método Zúrich: El concepto en tres pasos de Zúrich para el manejo de las alteraciones conductuales del sueño en los niños”.
En este es estudio demuestran que es posible conseguir que los niños duerman las horas adecuadas. Se divide en tres fases porque a los padres les hacen ir a tres reuniones distintas en tres días distintos para explicarles una serie de conocimientos.
El primer día los expertos explican a los padres que cada niño tiene una preferencia sobre el sueño. Algunos niños son de despertarse temprano por la mañana y en cambio otros son de acostarse tarde y despertarse tarde. Esas preferencias están controladas por el hipotálamo que se sincroniza día a día por cosas tales como la luz solar y por circunstancias ambientales como la hora de cenar y la hora de acostarse.
El segundo día explican que el sueño sufre o atraviesa cambios madurativos a lo largo de los primeros años de vida. La edad en la que un niño determinado duerme toda la noche depende del desarrollo de su proceso de maduración. Unos maduran antes y otros después, no es algo que se pueda determinar.
Las necesidades del sueño se refieren tanto al día como a la noche así que cuanto más duerme un niño de día menos va a dormir por la noche y viceversa. “Por lo tanto cuando un niño es incapaz de caer dormido hay que sacarlo de la cama y la hora de acostarse debe acomodarse a sus necesidades de sueño”, razona Carlos González que considera que los despertares cortos nocturnos de menos de 10 minutos se consideran normales.
El tercer y último día explican que antes de acostar al niño intenta evitar los juegos estimulantes, las luces brillantes, los ruidos.
Para comprobar si funciona tienen dos métodos. El primero es que los padres tienen que apuntar cada día a qué hora se despierta y a que hora se vuelve a dormir. El otro método es con una pulsera en el niño que indique el tiempo que duerme.
El estudio revela cuánto tiempo pasan los niños despiertos a lo largo de la noche sumando todos los despertares durante la noche. Según lo que apuntan los padres, los niños pasan una hora despiertos, pero según la pulsera en los niños, son más de dos. Esto quiere decir los niños se pasan más de una hora despiertos sin que los padres lo sepan.
El éxito del estudio radica en que consiguieron rebajar esos 60 minutos de los padres a 48 minutos. Eso lo consiguieron haciendo que los niños se fueran un poco más tarde a la cama y levantándose un poco antes.
Las conexiones cerebrales durante el sueño
Carlos González aclara que “la mayor parte del desarrollo cerebral contrariamente a lo que dice el mito no es la creación de conexiones cerebrales sino la destrucción de conexiones cerebrales”. En los primeros meses del bebé normalmente hay muchísimas conexiones cerebrales y luego se da el fenómeno de la poda. El niño va seleccionando y se queda con las conexiones neurales que realmente son útiles para la vida.
La preocupación de los padres por el sueño de sus hijos
“Ahora que soy abuelo creo que eso me da derecho a decir a los padres que sois patéticos”, afirma Carlos González. El pediatra observa que la mayoría de los padres se pasan la infancia de sus hijos preocupados por tonterías sin importancia. “Que si duerme una hora antes, que si se despierta, que si no se despierta, que si duerme sólo o acompañado… tonterías que dentro de cinco años no serán más que anécdotas y que dentro de 30 años serán los mejores recuerdos de tu vida”, comenta el especialista.
Otro mito muy extendido es el de que los abuelos malcrían a los nietos. “Los abuelos se han dado cuenta de que cuando fueron padres les tomaron el pelo los autores de libros, los educadores, los expertos, los que dan consejos… se dan cuenta de que pasaron la infancia de sus propios hijos intentando educarlos en vez de disfrutar con ellos”, expresa Carlos González.
Las rabietas en los niños
Todos los niños tienen rabietas, unos más que otros, no tiene importancia, se le pasará. Lo que debemos hacer es comprender que tu hijo lo está pasando mal e intentar consolarlo. Tenemos que comprender que es normal que nuestro hijo tenga una rabieta y consolarle con el método que mejor funcione con nuestros hijos.
Algunos se dejan tomar en brazos y acariciar, otros están tan enfadados que no se dejan tocar porque si te acercas te pegan un manotazo. En esos casos va bien contar un cuento, cantar una canción en voz alta aunque sea sin tocarlos o hablar de lo que han hecho bien para que se una a la conversación y olvide la rabieta. “Ir probando lo que funcione mejor sabiendo que de todas maneras el niño pequeño de vez en cuando tendrás rabietas”, comenta Carlos. El pediatra afirma que “cuando crezca dejará de tener rabietas y no porque tú le has educado para que no se comporte de esa manera, las dejará de tener porque descubrirá métodos mejores de relacionarse con los demás y de manifestar su enfado o de conseguir lo que quiere”.
Poner límites a nuestros hijos
El pediatra valora que los límites que son necesarios los ponen los padres. “Ha habido una generación de padres que no querían dar órdenes porque tenían la absurda idea de que dar órdenes es antiguo, es retrógrado, es autoritario, pero que sin embargo querían que sus hijos les obedecieran”, comenta González. Los padres tenemos autoridad y esa autoridad significa que tenemos que tomar decisiones. Tenemos que dar órdenes y a nuestros hijos no les molesta que les demos órdenes. Los niños están deseando que sus padres les digan lo que tienen que hacer. Eso es porque los niños no tienen ni la experiencia ni los conocimientos necesarios para saber lo que hay que hacer. Es mucho más fácil que alguien te diga lo que tienes que hacer.
El especialista valora que un niño no puede pegar a un adulto ya que “son pequeños, es decir, físicamente no pueden, eso ocurre pues en adolescentes mayores o adultos jóvenes”. El experto considera que “un niño que está muy nervioso, muy enfadado puede llamarle tonto a su padre o a su madre o puede darte un manotazo y no pasa nada porque son niños pequeños”. Lo que no se debe es responder de la misma manera.
El método Estivill
Carlos González desmiente lo que muchos consideran que el método Estivill es dejar que los niños lloren hasta cansarse. “En realidad el método Estivill no dice que llore hasta cansarse, creo que dice que un día un minuto, otro día tres, otro día cinco, otro día siete y nunca más de 17 porque dejarlos llorar más de 17 minutos sería una crueldad”, comenta González que no está de acuerdo con el objetivo. El pediatra considera que es mejor idea enseñar a nuestros hijos que nos gusta que nos llamen da igual de día o de noche y para lo que sea. “Quién sabe a lo mejor gracias a eso resulta que dentro de 20 años me siguen llamando”, razona González.
La tendencia natural de la mayoría de los padres es intentar tratar bien a sus hijos. Eso no quiere decir que todos los padres en todas las circunstancias lo hagan todo absolutamente bien. A veces tenemos el instinto de darle una bofetada a nuestro hijo para corregirle y debemos luchar contra ese instinto.
“Los niños nacen con los instintos y se tienen que civilizar” afirma Carlos González que esa civilización se consigue no poniendo límites o normas a los niños, sino que al ir creciendo irá mejorando su conducta. “No lo hará por los castigos, ni por los gritos. Lo hará, sobre todo, por la edad porque llegados a cierta edad, la gente no hace ciertas cosas”, valora García. El especialista ve sobre todo en el ejemplo que nosotros como padres damos a los hijos, el mejor reflejo para que aprenda buenos comportamientos. Considera que si nos equivocamos se debe pedir perdón para que así también aprendan cómo se hace. “Si un padre o madre no es capaz de dominarse, de no gritar, de no enfadarse o de no pegar, no podemos pretender que un niño de tres años lo haga”, expone el pediatra.
Profesores frente a las rabietas
Los profesores tienen mucha experiencia y han visto cientos de niños por lo que ya saben que las rabietas son normales. “No es un niño con problemas, no es un asesino en serie”, razona el pediatra. Si un niño se comporta mal de forma muy repetida sí que es necesario que trate con un profesional ya que la solución “no va a ser estar castigado cinco minutos o darle un bofetón mayor”.
Un profesor preparado, equilibrado, puede transmitir esas mismas sensaciones a sus alumnos para que ellos aprendan del ejemplo del profesor a gestionar sus propias emociones.
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