Entiende un poco más el proceso por el que pasan los adolescentes cuando llegan al tercer plano de desarrollo
La adolescencia es una de las etapas más importantes del ser humano. En la etapa de adolescente, que es considerada como el tercer plano de desarrollo, hay mucha sensibilidad. Encontramos sensibilidad estética, a la música, a la naturaleza, a la política, a las causas sociales, sexual, es un universo maravilloso de sensibilidades.
La adolescencia es un nuevo renacer
“Maria Montessori decía que a nivel psíquico la etapa a 0 a 3 años era muy similar a los adolescentes de 12 a 15 años”, comenta Betzabé Lillo. Es una etapa bastante complicada ya que se suelen estigmatizar a los adolescentes. “Se suele decir que los adolescentes pasan de todo y nada les importa”, comenta Betzabé que ve como la sociedad suele culpar a los adolescentes de falta de personalidad, cuando en realidad están en búsqueda de la misma.
Muchos hijos son los reflejos de los padres y como viven los padres es como viven los hijos. La adolescencia se construye en base al núcleo familiar y la personalidad de los adolescentes se crea tomando como base el reflejo de los padres o cuando no están con ellos, pueden ser los abuelos o los vecinos que les cuidan. Esos son los adultos de referencia.
Pasar de una etapa a otra etapa es un renacimiento, se van retomando cosas, es un volver a nacer. Ahora es cuando se muestran como son más allá de la familia y la escuela. Es cuando se van posicionando en todos los temas en función de las creencias o de los que les identifican.
Betzabé Lillo afirma que “cuando se llegan al tercer plano de desarrollo muchos adolescentes no encuentran las palabras para decir todo lo que les pasa en su interior”. Ellos están en una poda neuronal, en un nuevo renacer y los profesores no han sido educados para entender cómo funciona el cerebro, por eso es muy importante el acompañamiento para poder entender esos comportamientos.
Por todo ello, es muy necesario un ambiente preparado para poder acoger todos estos cambios y es importante que cuando veamos a un adolescente que no tengamos miedo de sentirnos reflejados en su mirada ya que nos abre unas puertas muy grandes de conocimiento.
¿Cómo aprendo a estar cerca y no encima?
Las sensibilidades pueden quedarse para toda la vida, pueden ser fortalezas o debilidades si no se educan.
Existe una educación basada en la desconfianza y no en el amor y el adolescente se protege constantemente del otro (del profesor y padres principalmente). Por otro lado, si se plantea desde el amor, uno cree en el otro. Así no hay necesidad de mentir. “Se debe respetar el espacio personal del adolescente y entender que hay cosas que ellos no te van a contar, porque no es una obligación el hacerlo”, valora Betzabé.
“Tenemos que ver primero cómo nos vinculamos nosotros primeros con nuestra propia vida si desde el ego, el miedo o el amor y si se establece desde el amor viene una comunicación más honesta, más genuina desde la confianza con el otro”, analiza Lillo que asegura que se debe establecer con los adolescentes “un marco de valores, una responsabilidad de acuerdos comunes, que se pueden revisar y que se van respetando. Se tiene que entender que no hay la necesidad de contarlo todo, ya que hay un mundo íntimo que no es necesario porqué saberlo”.
Ver al adolescente en la totalidad de su ser sin juzgarlo
Los profesores y padres deben acompañar al adolescente para que se haga “el adulto que él quiere ser, no lo que nosotros queremos que sea”. No solo es un descubrimiento y un posicionamiento en la vida a nivel profesional, sino también a nivel de género, afectivo y en muchos otros ámbitos.
Todo lo relacionado con el placer está muy castigado, la exploración sigue sexual siendo un tema tabú, oculto, con mucha culpa. Debemos luchas contra los estereotipos del cuerpo y del deber ser que todavía siguen oprimiendo ese camino de exploración natural. Necesitan que ese camino de nuevo renacer social sea fluido, que se sienta profundamente amado. Las consecuencias de sus acciones las va a vivir en su propio proceso de frustrarse, de equivocarse y de aprender. Los padres tienen que respetar a sus hijos para que ellos tengan una buena autoestima. Aunque necesitan su espacio y su hermetismo, deben saber sus padres van a estar siempre hagan lo que hagan.
No poner etiquetas en la adolescencia
Esta sociedad de consumo nos ha llevado a despreciar el disfrute y el placer. En la adolescencia se relaciona el disfrute y el placer con los extremos, con la autodestrucción y el libre albedrío. Hay que hacer el ejercicio de poder mirar el mundo a través de su mirada, acompañando el proceso sin invadirlo. “Dejar que prueben y si se equivocan ya lloraremos juntos, o no. La idea es que los adolescentes pueden expandirse sabiendo que pueden volver, que sus padres les esperarán siempre”, explica Betzabé Lillo. Ella está convencida de que los adolescentes “son capaces volver a ese punto de amor al llegar a adultos, ya que cuando en la infancia y en la adolescencia han tenido la sensación de permanencia, cuando son adultos siempre se puede volver a ese punto de amor”.
Betzabé recuerda que “una infancia sana y alegre hace que el adolescente tenga confianza con su tribu” y para ello “hay que activar las sensibilidades sin perjuicios, hay que darles su espacio y que este espacio sea íntimo y personal”.
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